Ubicada en Caudete de las Fuentes, en Valencia, esta singular planta es la única en Europa que emplea una técnica ecológica para controlar poblaciones de insectos perjudiciales para la agricultura y las personas.
Externamente, la instalación parece un búnker, pero en su interior se asemeja a una fábrica de hormigón con zonas que recuerdan tanto a un laboratorio como a un almacén. Aquí se reproduce el ciclo de vida de una mosca, desde el huevo hasta el adulto, pasando por la pupa y la larva. La planta biológica en Caudete de las Fuentes, cerca de la ciudad valenciana de Utiel, ha demostrado la efectividad de la Técnica del Insecto Estéril (TIE) en la lucha contra una plaga endémica, la mosca del Mediterráneo, o Ceratitis capitata. Este insecto daña hasta el 30% del total de las cosechas si no se controla, causando pérdidas económicas significativas, especialmente en la Comunidad Valenciana, el mayor exportador mundial de naranjas frescas.
En respuesta a la necesidad de reducir el uso de productos químicos y ser más respetuosos con el medio ambiente, la planta ha aumentado su capacidad para producir 500 millones de machos estériles cada semana. Es la única de su tipo en Europa y la tercera en el mundo, después de Guatemala y México. El Gobierno valenciano planea aumentar la producción expandiendo las instalaciones.
La planta se dedica a la producción de machos estériles que se liberan en el campo. Para aumentar su atractivo sexual, estos machos esterilizados también reciben un tratamiento de aromaterapia con aceite de jengibre. Como resultado, los huevos producidos a partir de la cópula no son viables y no generan descendencia. Este proceso reduce la población de moscas a lo largo del tiempo, permitiendo mantener la plaga controlada de forma sostenible.
La planta también ha iniciado un proyecto piloto para aplicar la misma técnica al mosquito tigre, que además de ser molesto, puede transmitir enfermedades como el dengue, el chikungunya y el zika. Las pruebas preliminares han sido prometedoras, con una reducción del 75% en la población de mosquitos tigre en las áreas de prueba.
Para mantener la producción constante, la planta reproduce el hábitat de estos insectos, y parte de los machos se esterilizan mediante radiación en un acelerador de electrones en Tarancón. Otros se conservan para procrear nuevos huevos con las hembras de mosca.
La planta está supervisada por una red de monitorización con más de 4.000 trampas. La bioplanta ha demostrado ser eficaz y respetuosa con el medio ambiente, reduciendo el uso de productos fitosanitarios en más del 97%. “Los beneficios son incuestionables y no solo para los agricultores”, afirmó Roger Llanes, Secretario Autonómico de Agricultura y Desarrollo Rural de la Consejería de Agricultura, durante su visita a la planta.
En un esfuerzo por recrear fielmente los hábitats requeridos por los insectos, la bioplanta utiliza una pulpa de remolacha, junto con otros ingredientes como azúcar y agua, para la dieta larval. Los huevos se distribuyen sobre esta mezcla, que se extiende en grandes bandejas.
Se emplea un tratamiento térmico para eliminar las hembras innecesarias, aprovechando la hipersensibilidad de la cepa de mosca seleccionada (Viena-8). Cuando las larvas llegan a su tercer estadio, inician un constante proceso de cambio para convertirse en pupas, un paso crucial en su metamorfosis a adultos. En la naturaleza, este cambio coincide con el momento en que la larva salta de la fruta y cae al suelo para enterrarse, buscando las condiciones adecuadas para convertirse en pupa.
Además de la planta en Caudete de las Fuentes, se espera una inversión de 31 millones de euros durante los próximos tres años para expandir la instalación y construir nuevas plantas para la evolución de machos estériles en Elche y Moncada. Esta lucha biológica contra las plagas es prioritaria para nosotros, según las palabras de Roger Llanes, debido a su eficacia y respeto medioambiental.
En el siglo XIX, cuando se detectó la presencia de esta mosca en España, la erradicación completa de la especie parecía una meta inalcanzable. Ahora, con la ayuda de técnicas innovadoras y sostenibles, la comunidad científica está más cerca que nunca de controlar y mantener la población de este insecto dañino de manera sostenible.
