Este fin de semana el BEC (Bilbao Exhibition Center) ha acogido el Japan Weekend Bilbao. El Imperio del Sol Naciente atrae a cada vez más público. La arquitectura no es ajena a esta cultura. Su tratamiento en la madera también se está extendiendo por occidente.
Éste es el caso de la madera carbonizada de las fachadas. Esta técnica se llama Shou Sugi Ban. Cuenta con más de 300 años de antigüedad. Se basa en el tratamiento de madera utilizado en las casas de los pescadores en la isla de Naoshima. El fin era prevenir los posibles daños causados por la intemperie y agresiones naturales del mar.
El proceso de la madera carbonizada
La madera se quema con un soplete en la capa más externa. Antiguamente se hacía con el fuego de las fogatas. De esta forma, las fibras de la madera reaccionan dejándola inmune a termitas y hongos durante décadas.
Después de la carbonización, se deja enfriar y se lava. El siguiente paso consiste en cepillar la madera con lijas especiales, permitiendo la retirada parcial del carbono. Seguidamente se le aplica una capa especial de impermeabilización con aceite de cedro, lo que dota de una mayor resistencia a las piezas. Finalmente la pieza recibe un producto sellante.
Tradicionalmente, sólo se realizaba este proceso con cedro. En la actualidad, se han añadido otro tipo como pino, arce o ciprés. El tono, más o menos ennegrecido, dependerá del grado de calor al que se someta la madera.
Exportación a Occidente
Fue el arquitecto japonés Terunobu Fujimori quien popularizó y reinventó esta técnica fuera de las fronteras de Japón. Mientras que en la tierra nipona se empezaron a utilizar otros materiales (polímeros, piedras y aluminio) para las construcciones.
Esta técnica se ha aplicado ya no sólo en viviendas, sino también en empresas o universidades como el edificio Interims Audimax en la Universidad Técnica de Munich en Alemania, cuya fachada está realizada con madera de abeto carbonizada.
Esta técnica no sólo se aplica a exteriores, sino que es aplicable a interiores (suelos laminados). La madera quemada tiene un encanto especial, por este tono negro mate con textura rugosa y desigual y que es imposible conseguir mediante un tinte o barniz.