Las mutaciones genéticas no son solo cosas de la ficción y es que un grupo de científicos estadounidenses han conseguido por primera vez modificar genéticamente un insecto social.
Modificar un insecto social no es un trabajo sencillo. Este experimento comenzó hace cuatro años y es que modificar especies sociales además de un reto técnico conlleva encajar perfectamente rituales, jerarquías y sistemas comunicativos para que el insecto modificado llegue a ser adulto.
Para lograr la modificación los investigadores han alterado un gen vinculado con el olfato de los insectos a través de la técnica CRISPR. Este método ha revolucionado la biología durante los tres últimos años.
El sentido olfativo de los insectos es muy importante para su sociabilidad y, a pesar de ello, han apostado por él. En concreto, las hormigas modificadas se comportan de manera diferente ya que desde pequeñas no siguen el rastro de sus congéneres y no se amontonan con ellas para formar su residencia. Además, de su parece desaparece la parte dedicada al procesamiento de olores. Todo esto hace que su vida sea más corta con respecto a las hormigas no modificadas.
Es importante saber que la mayoría de los insectos sociales no se reproducen en cautividad y los pocos que sí lo hacen se convierten en obreras estériles y poquísimos son reinas. Para conseguir que un insecto social transgénico se reproduzca se deberían modificar millares de huevos para obtener un ejemplar que sea capaz de reproducirse.
Pero el equipo de investigadores estadounidenses ha encontrado una especie de hormigas que no tienen estos problemas, la especie “Ooceraea biroi”. Esta especie de hormigas no tiene reinas, son todo hembras que se reproducen sin apareamiento y produciendo un huevo que contiene una copia genética de la madre.
Actualmente los científicos quieren estudiar otros aspectos de la sociabilidad de las hormigas y además pretenden modificar las “Ooceraea biroi” para reproducir de nuevo a la reina.